Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1888-1889 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 14 de mayo de 1889
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Cánovas del Castillo
Número y páginas del Diario de Sesiones: 108, 2938-2939
Tema: Estableciendo un recargo a los cereales y sus harinas sobre los derechos de introducción

Tengo poco que contestar; porque en efecto, podrá la opinión recibir con una carcajada lo que aquí está pasando, pero de ello no tienen culpa ni el Gobierno ni la mayoría, sino S.S., que ha tomado esta cuestión como nunca se han tomado aquí cuestiones semejantes; y hará bien la opinión en recibir lo que está pasando con una carcajada, porque si S.S. no hubiera extremado esa actitud, a estas horas estaría ya concluida la cuestión principal. Esto sí que es verdaderamente ridículo; pasar el tiempo discutiendo si la sesión debe o no debe prorrogarse, cuando en ese tiempo se podía terminar la discusión principal; en lo cual, no sólo no habría violencia ninguna, sino que serviría para sacarnos a todos de este verdadero impasse, porque como el Reglamento no ha previsto ni podía prever el caso de que el apoyo de una proposición de ley pasara de una sesión a otra, realmente no sabemos qué se debe hacer con esa proposición al día siguiente, si continuar el debate fuera del orden del día, o si incluirla en ese orden, como se hace con las interpelaciones. Para salir de este apuro, y para facilitar al señor Presidente el cumplimiento de su elevada misión, era conveniente acabar hoy este debate. Es más: les conviene a SS. SS.; porque si el debate no concluye y [2938] pasa a la orden del día, entonces el Sr. Presidente podrá postergarlo a otros asuntos. (El Sr. Fernández Villaverde: ¡Pero si estamos ya en el orden del día!). Pues precisamente por estar ya la proposición en el orden del día, el partido conservador tiene que agradecer el debate a la complacencia y a la benevolencia, muy bien tenida, del Sr. Presidente. De modo que resulta, señores, que SS. SS., que tanto aquilatan y discuten el derecho para proceder, tienen que valerse de la benevolencia.

¿Qué quieren SS. SS:? ¿Que esta proposición pase al orden del día? (El Sr. Fernández Villaverde: ¡Si ha pasado ya!). Pues entonces, no puede negar S.S. que el debate lo deben a la benevolencia del Sr. Presidente. (El Sr. Fernández Villaverde: No; porque presentaríamos proposiciones incidentales). ¡Ah! es decir que protestaríais contra el derecho de la Presidencia. Eso es decir que a vosotros os parece bien lo que hace la Presidencia cuando es a vuestro gusto, y cuando no es así, os oponéis con otras proposiciones. En una palabra: lo que queréis es que no haya Reglamento para vosotros, sino que sólo sea aplicable al Gobierno.

Pero esto, en definitiva, importa poco; lo que tiene importancia de cuanto el Sr. Cánovas del Castillo ha dicho en rectificación a lo dicho por mí, es la indicación, que en labios de S.S. me ha parecido bien extraña, de que este partido liberal pone en duda la prerrogativa Regia; para eso se ha valido S.S. de lo que haya podido decir un periódico liberal, pero precisamente en contestación a otro periódico conservador que lo negaba. Peréceme que S.S. no ha estado acertado trayendo al debate la cuestión de la prerrogativa Real, que no había necesidad de traer, pues a nadie se le ha ocurrido que por tan pequeño motivo se mencione esa cuestión y se pueda poner en duda la lealtad del partido liberal respecto, no sólo a la prerrogativa Real, sino a todos los atributos y consideraciones que la Majestad Real merece. Y es el caso que su señoría se lamentaba de que se trajera a discusión, en el momento en que era S.S. el único que la traía, porque en el afán de prorrogar un debate que no había medios hábiles de prorrogar, nos hubiera hablado esta noche de todas las prerrogativas, y hasta de la Biblia, en prueba de la buena intención que guía a S.S. y a sus dignos correligionarios.

Después de todo, yo lo que quería era ganar tiempo; S.S. ha contribuido a que se pierda, porque, como he dicho antes, a estas horas se hubiera concluido el debate de la proposición de ley. Había dos palabras pedidas para alusiones personales, y bien podían haberse concedido en las condiciones en que debe discutirse una proposición de ley, durante el tiempo que ha mediado desde que se prorrogó hasta ahora, porque aunque pese a S.S., no hay más remedio que resignarse. Su señoría está en su derecho, como lo está la minoría conservadora y todas las demás, en combatir las leyes que presente el partido liberal, cómo y cuándo lo tengan por conveniente; pero para lo que no hay derecho es, para oponerse a que el Gobierno y la mayoría pretendan sacar adelante los proyectos de ley que crean convenientes a sus intereses y a los del país.

Y como yo no quiero precisamente hacer nada que vaya en contra de lo mismo que predico, concluyo, resuelto a no volver a ocuparme más de este punto. El Congreso creo que prorrogará la sesión, contestando a la pregunta que ha hecho el Sr. Presidente; pero antes de que llegue ese caso, y venga la discusión que quiera, estoy dispuesto, y el Gobierno también lo está, a no contestar nada y a no consumir ningún turno. [2939]



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